Año IX
La Habana
11 al 17
 de SEPTIEMBRE
de 2010

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Las dos caras de la Isla

Edmundo Desnoes • Nueva York

Foto: Reynier Ferrer

El mundo es un sistema  binario, todo tiene dos caras

Yo, una ruina de ochenta años, conocí a Reynier Ferrer, el hijo de una hija de mi hermano, a través del éter de una correspondencia electrónica. Así descubrí su apasionado temperamento y la oscuridad pastosa de sus cuadros. Dicen que la sangre es más espesa que el agua, pero creo más en las afinidades electivas que en las relaciones que imponen la cópula y la sangre.  No tengo mucho en común con las furias y las penas de una estrecha vida familiar, ni siquiera supe, en el exilio, la fecha de la muerte de mi padre en La Habana. Pero en las palabras y las imágenes creadas por Reynier he encontrado descendencia y continuidad. Nos une la sangre, el ir y venir de las palabras, y las reveladoras mentiras de un cuerpo de lienzos.
 

Cuba, como todo, tiene dos caras: una saturada de colores y figuras ingenuas y otra palpitando en una noche oscura. Rey, ante mis ojos dominados por el recuerdo, es un pintor de raíces en el caluroso fango.

Pamela, una hija norteamericana de su familia, llevó algunos cuadros de mi sobrino a una galería en Philadelphia, y el curador le respondió: “Esto no es pintura cubana, ¿dónde esta el colorido, la imaginación tropical?”.

Muchos recuerdan “La Jungla” impresionista de Lam y olvidan sus pinturas saturadas de siniestras amenazas, olvidan “Rumor de la tierra”. Reynier también continúa las sutiles búsquedas de Guido LLinás con apasionadas texturas cuarenta años después. Está tan enamorado de la materia de los sentimientos como Portocarrerro  o Milián. Su apasionada imaginación desnuda me revela desde la distante línea del horizonte o el curso sinuoso de los profundos ríos murmurando en las cuevas hasta los silencios y elocuentes labios de una mujer.

Los cuadros abstractos de mi sobrino me provocan imágenes concretas, sentimientos precisos, de ahí los títulos surgidos al contacto con sus lienzos que aparecieron por primera vez como vitrales en mi computadora hace un par de años.



"Todo en ti fue naufragio", Reynier Ferrer

Hasta Martí se vio reflejado en la ternura de las sombras y el poder de la oscuridad: “Dos patrias tengo yo, Cuba y la noche”, “las oscuras tardes me atraen cual si mi patria fuera la dilatada sombra”.

En nuestra isla hay rumorosas palmas femeninas que nos dan vida y amplias ceibas donde nos pueden ahorcar.

Mi imagen preferida y contradictoria de nuestra Isla me la entregó Neruda: “La cicatriz cubierta por la espuma”.

 

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© La Jiribilla. Revista de Cultura Cubana
La Habana, Cuba. 2010.
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